Es muy frecuente encontrar en casi todos los pueblos del mundo, historias muy similares, o parecidas, sobre un descomunal diluvio que arrasó toda la tierra.
BOCHICA
Una fuerte, lluvia caída durante muchos días con sus noches, inundó toda la inmensa sabana perteneciente a los Chibchas y los Muiscas, en los alrededores de Bogotá, actual capital de Colombia.
Primero, arrasó con sus cultivos. En seguida, cubrió sus chozas hasta mas arriba del techo. El nivel del agua continuaba subiendo sin parar.
En una reunión promovida por El Zipa, se les ocurrió a los nativos ir en busca de un anciano blanco, alto, de ojos azules, que había llegado al altiplano por el oriente, hacía mucho tiempo y los quería mucho.
Les enseñó las artes de la alfarería y la orfebrería; el cultivo de la tierra; a hilar el algodón y a tejer sus prendas de vestir.
Lo buscaron muy al norte, en el Templo del Sol en Sugamuxi, donde estaba radicado por entonces y le contaron cuál era su problema. Los acompañó durante muchos días, en peregrinación hasta los cerros al sur de la planicie.
Con su bastón tocó varias veces una montaña, hasta cuando ésta se abrió y dio paso a esa cantidad de agua almacenada, cayendo por una enorme cascada de 150 metros de altura.
Poco tiempo después, apareció un fabuloso arco de colores, llegaron las aves y se secó la tierra y pudieron volver a cultivarla.
El anciano era conocido como Bochica, por unos y como Chimizayagua, por otros.
Ese sitio es conocido hoy como el Salto del Tequendama, en el Rio Bogotá, y es muy visitado por turistas nacionales y extranjeros.
Saulo.
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