A los 8 años de edad, el niño Dios me trajo una cámara de fotos de verdad, hago la aclaración, porque en mis tiempos jugábamos con teléfonos, máquinas de coser y cuanto juguete se imagine el lector era de plástico. Mis hermanos por ejemplo, a los 12 años jugaban con unas pistolas de plástico, que sorprendían a todo el que las veía, parecían reales.
Al 25 de Diciembre quise ir a tomar fotos al colegio y mi papá intercedió por mi, déjela, le dijo a mi mamá: en las afueras del colegio puede que encuentre niñas jugando. Efectivamente, había algunas niñas, que no podían creer que yo tuviera "una cámara de verdad" y menos aún, que fuera mía.
Tomé siete de las ocho fotos. No tengo ni idea que quería decir el número 127, pero lo repetía orgullosa.
Al iniciar segundo elemental, las niñas curiosas me rodearon, para confirmar si era cierto que yo había tomado fotos el 25 de Diciembre. Me convertí en la niña más popular del salón, mi fama llegó a las niñas "grandes" que a diario me preguntaban cuándo iba a llevar las fotos. Yo contestaba lo mismo que me decía mi papá "las están revelando", y prometía llevarlas pronto. Para reclamar las fotos había que ir al centro de la ciudad, en camión de escalera, para entonces no se conocían los buses, al menos en Medellín. En esa época en los barrios solo había tiendas con lo básico de la canasta familiar y una que otra miscelanea.
Las niñas empezaron a llamarme mentirosa y poco a poco me retiraron la amistad, pero yo seguía siendo popular, ahora, por mentirosa. Me quedé sola y sin amigas. Estuve pensando en una solución "las niñas de primero elemental, se sentirán orgullosas de jugar conmigo, una niña de segundo", pero jugar con niñas más pequeñas, habría sido una humillación. Picando seleccionaban las niñas para formar los equipos y jugar Basketball a la hora del recreo pero yo me volví invisible, nunca más pude participar en nada. Para las personas que no conocen la palabra recreo, en Colombia se utiliza para hablar del descanso, en la mitad de la jornada de estudio.
Por vergüenza, nunca me atreví a mostrarles la única foto que salió, para probar que la máquina si era de verdad, pero es que a mi la tecnología nunca me ha querido, ni poquito. La única foto que conservo de mi primera experiencia como niña grande, no la tomé yo; ese 25 de diciembre, de regreso a casa, le pedí a alguien que asombrado al ver que yo tenía una cámara de verdad, me habló, y aproveché para pedirle que me tomara la foto en una bicicleta que había parqueada en la calle. La foto, es testimonio de que en esa época la gente todavía era honrada.
Los avances y la tecnología nunca han sido fáciles para mi, fue tan duro manejar la camarita 127, como la cámara digital que llevé a la Argentina donde tomé fotos, hice vídeos y a pesar de haber seguido las instrucciones aprendidas desde los 8 años: "no tapar el lente con los dedos", y pasar la foto después de tomarla, no salió ni una foto.
Las pocas fotos que conservo de mi viaje a Argentina, son copias que me regaló Jitka mi compañera de viaje, quien me explicó que en las cámaras digitales, no hay que pasar la foto, mmna, un poco tarde, pero lo aprendí.
Comparta con nosotros sus amigos virtuales, penas y alegrías, pero sino le gusta escribir, visite nuestro blog y busque un tema de su agrado: Enseñamos gratis: inglés, informática y también hablamos de deportes y el mundial.
Ademas tenemos un muro esperando por sus gracejos, comentarios y graffitis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario