El triunfo de Uruguay en el Mundial de Brasil, 1950, fue exclusivamente de su capitán, Obdulio Varela. El Negro.
En los dos mundiales anteriores, 1930 y 1938, habían salido campeones los equipos locales: Uruguay e Italia.
1950: en la ronda final, faltaba el partido Brasil - Uruguay.
Brasil había ganado sus dos partidos por 7 - 1 y 6 - 1. Los locales tenían 4 puntos y el equipo de visita, 3: con un simple empate, saldrían campeones. La expectativa general, era cuántos tantos le van a empacar al Uruguay.
El entrenador charrúa, Juan Luis Fontana, le confió el partido, a una alineación netamente defensiva. Cuando el técnico salió del camerino, El Negro Varela les dijo a sus compañeros: "Si jugamos a la defensiva como Suecia y como España, Brasil nos va a llenar".
En esas, entró al vestuario el presidente de la delegación sureña y para tranquilizarlos y darles ánimo, les dijo: "Muchachos, si perdemos por menos de cuatro goles, salvaremos el honor". A Obdulio se le saltó la piedra y empezó a gritar, ante el asombro, la duda y el pesimismo de sus compañeros: "Perder? Vamos a ganar este partido". Continuó trabajándolos sicológicamente mientras salían por el túnel. Al llegar a la puerta, les gritó: "No piensen en toda esa gente, podrán hacer mucho ruido, pero ellos no juegan. Somos 11 contra 11. Salgan tranquilos, no miren para arriba, no miren a la tribuna, el partido se juega abajo, en la cancha".
El primer tiempo, terminó 0 - 0. Reanudado el juego, gol de camerino: a los dos minutos, marcó Brasil.
Euforia. Se enloqueció la tribuna. Era el principio del fin para Uruguay: se iniciaba la goleada.
Varela corre al arco y saca el balón del fondo de la red. Lenta, muy lentamente, camina hacia el centro del gramado y busca al arbitro: es inglés y no habla español; Varela no habla inglés. El Negro reclama fuera de lugar, pero el anglo-sajón, no entiende: le explica que el juez de linea levantó la bandera, Pasan los segundos y el jugador #12 se desespera. Pasan los minutos, los brasileros se desesperan. pero la discusión continúa. Los uruguayos se desesperan. Nadie entiende qué está sucediendo.
En el campo, los músculos de los jugadores se enfrían, pero los de la tribuna, se congelan: este es el propósito de perseguía Varela. El partido se reanuda, las piernas no hacen lo que ordena el cerebro. Entonces, la catástrofe: empata Schiaffino. El jugador #12, se parece a los guerreros de Terracota: son 200.000 personas petrificadas. No importa, porque con el empate, el campeón es Brasil.
La debacle. Pasados 13 minutos, Ghiggia marca el segundo. Uruguay se crece, mientras los brasileros se derrumban. El árbitro levanta las manos y hace sonar el pito que señala la final del partido, la final de todo.
El Negro Varela, ha causado un tsunami no solo en Río, sino en todo el país.
Uruguay campeón.
Paulo O. Cuartas C.
Si te gusta, comparte el enlace a tus corresponsales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario