O, díganme si no. La muy culi pronta lo está dejando, y al astado, le preocupa que ella se resfríe. Por mí, que le dé una pulmonía, pero el paraguas, me lo llevo yo:
"...Arréglate mujer se te hace tarde
Y llévate el paraguas por si llueve.
Él te estará esperando para amarte
Y yo estaré celoso de perderte
Abrígate, te sienta bien ese vestido gris.
Sonríete, que no sospeche que has llorado.
Y déjame que vaya preparando mi equipaje.
Perdóname que te haga otra pregunta.
Y cómo es él?
En qué lugar se enamoró de ti?
De dónde es?
A qué dedica el tiempo libre?
Pregúntale, por qué ha robado un trozo de mi vida?
Es un ladrón que me ha robado todo..."
A mí me importa un comino, cómo es él.
Y mucho menos, en qué lugar se enamoraron.
Muerto el perro, se acabó la chanda.
José Luis Perales, le debía aprender a un verdadero hombre, como Enrique Santos Discépolo, que en lugar de llorar, le cantó:
"...victoria, cantemos victoria
estoy en la gloria, se fue mi mujer.
Si me perece mentira,
Después de diez años, volver a vivir..."
Y queda pendiente la venganza. El desafortunado, debe pensar a cada momento, que perro que muerde a su amo, mas fácil lo muerde a él.
No hay nada que hacer: "Animales ingratos, las mujeres y los gatos".
No hay nada que hacer: "Animales ingratos, las mujeres y los gatos".
Sensible.
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