La culpa del juego sucio de Brasil en el encuentro contra Colombia, de distribuye, por partes iguales, así:
- Un tercio, para el conjunto brasilero. Ante la falta total de fútbol, Felipinho dió la consigna de acabar con los habilidosos James, Cuadrado, Armero, Zúñiga...: directo al tobillo y a la espinilla. Táctica de cobardes.
- Otro tanto, para el árbitro cegatón. Se le perdieron los lentes de contacto. No vió la mala intención de los penta campeones: a) Deliberadamente no la quiso ver? b) O sería, de pronto , vaya uno a saber, sería de pronto que...
- El resto de la culpabilidad, fue de nuestros héroes. Héroes, sí, porque pusieron muy en alto el nombre de Colombia.
Los nuestros cometieron el gravísimo error de querer jugar al bobito. Que los 45 pases antes de tirar al arco. Que el dribling. Que la gambeta. Que el túnel.
Con un equipo que, de mala fe, con premeditación y alevosía está pegando, no se puede pisar el balón, no se puede esperar al contrario. Hay que entregar la pelota, antes de que llegue la guadaña, el leñazo.
Como yo no soy comentarista de fútbol, los remito al sistema que le impuso Alemania a los auri verdes: un solo toque. Jugar de primera. No esperar la falta aleve. Que corra el balón que no se cansa.
Cuando yo aprendí a leer, se decía: la letra con sangre entra.
Será que la experiencia también?
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