Llegadas las vacaciones de fin de año en la escuela, a mi hermano y a mi, nos enviaban a temperar donde ellos.
Inolvidable la hechura de la natilla en una paila de cobre, (así de grande, de las que vendían los gitanos); la preparación de los buñuelos y de los demás manjares de la nochebuena antioqueña.
Pero en realidad, no voy a "hablar" de la navidad, sino de la Cárcel de La Ladera.
Especialmente en los estratos altos, denigraban del barrio Enciso, pero muchos de sus residentes eran buena gente. Reconocidos Generales de nuestro Ejército; industriales de gran renombre, Carlos Cuartas, el ajedrecista que, siendo menor de edad, destronó al eterno campeón Nacional Miguel Cuéllar Gacharná, médicos, ingenieros, abogados... y gente del común.
La Cárcel de La Ladera, ocupaba una inmensa ladera sembrada de matas de fique. Los presos estaban encargados de su cultivo y su explotación.
En todo el barrio Enciso, durante el día, se escuchaba el ruido característico de la despulpadora, para obtener la cabuya.
Qué hermoso contraste presentaban las plantas verdes, con las madejas blancas, secándose al sol: eran como una enorme bandera de Antioquia.
El director de la Cárcel de La Ladera tenía dos hijas de mi edad y vivían en Belén. Los amigos les decíamos, "La Hija del Penal":
"La hija del penal, me llaman siempre a mí,
porque mi padre es el carcelero..." Recuerdan la canción?
En La Ladera, la mayoría de sus internos ocupaban su tiempo trabajando: barrían calles y arreglaban parques.
Durante la construcción del Estadio Atanasio Girardot de Medellín, fueron muchos los que laboraron en la obra.
Mientras unos reclusos cuidaban el fique y producían la cabuya, otros se dedicaban a las artesanías: fabricaban hisopos para blanquear con cal, bolsos, alpargatas, etc.
Con la aparición de las fibras sintética, perdió mucho mercado la industria de la cabuya. Pero, aun hoy en día, los costales de cabuya, son indispensables en la exportación del mejor café del mundo: el Café de Colombia.
Los presos, tenían la posibilidad de obtener los recursos necesarios para la manutención de su familia, en estos trabajos.
Por allá en los años 70, construyeron una nueva cárcel, la de Bellavista y la población carcelaria fue trasladada.
Se terminaban las alarmas de fuga de presos. Había pasado el MIEDO.
Paulo O. Cuartas C.
Nota: "Del miedo a la esperanza," es un lema del profesor Sergio Fajardo.
Para leer cárcel de la Ladera II haga clic aquí
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