jueves, 21 de enero de 2016

2. MI HISTORIA, LA MUERTE DE MI PADRE.

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No todo fue triste en mi juventud, antes de perder la confianza de mis padres yo era un niño sano y feliz. 
Utilizaré este pronombre para referirme a "Ella", la madre de mi niña, puesto que no tengo su permiso para publicar su vida. 
Nuestros padres que eran vecinos y amigos, con frecuencia nos llevaban a acampar a los cerros, donde mi padre y también don Arturo el padre de "Ella" se embelesaban observando las estrellas.
Mientras los mayores no despegaban los ojos de sus telescopios, los jóvenes disfrutábamos organizando carreras, tocando guitarra, cantando y haciendo toda clase de concursos.  
Cansados, nos íbamos a dormir a las carpas, hasta que cantaba el gallo -don Arturo imitaba a un gallo, y cantaba tan fuerte y con tanta gracia- que nos despertaba y como si fuera la diana (diana, toque militar para despertar a los soldados), debíamos levantarnos.
Don Arturo un militar retirado, organizaba las actividades. Lo primero era traer leña. Teníamos que buscar palos y hojas secas que debíamos recoger del piso, -no de los árboles, que aunque estuvieran secos, no se debían tocar-. El ganador además de aplausos, recibía un premio. Yo siempre iba con "Ella", y le daba lo que recogía para que ganara.
Además íbamos a patinar a museos y centros comerciales con mi mamá, una mujer alegre y joven hasta el día en que murió mi padre y con él murió el espíritu de ella, el de mi mamá. 
Para que no se confunda, cuando escribo "Ella", con mayúscula inicial, me refiero a  mi novIa.
Mi mamá tuvo que conseguir un empleo. "Ella", me acompañaba mientras llegaba mi mamá y tratando de consolarme, me acariciaba, me besaba y me hacía las tareas -planas de bolitas- ya estábamos en kinder.
Sin darnos cuenta, la amistad se fue convirtiendo  en amor.

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