Los antiguos pensaban que los fenómenos naturales eran castigos del cielo, y ese temor servía para moderar al hombre, tan dado a los abusos.
Las creencias han cambiado, en la actualidad todo tiene una explicación y esa falta de temor hace más daño que una guerra, que un tsunami, donde los muertos y también los mutilados se logran cuantificar.
No sucede lo mismo con las personas atrapados en el mundo de la droga. Imposible saber cuántas son las familias afectadas, porque ya sea el drogadicto o el traficante le daña la vida a toda la familia.
Porque además de organismos como la DEA e investigadores y abogados, están las cárceles, donde el director y los guardianes, se suman a esta cadena, que no termina aquí.
Creo en la inteligencia del hombre, y pienso que si trabajara en el tema, encontraría una solución más efectiva y menos costosa para combatir el delito.
Hay que sumar el costo de edificios y los servicios de las cárceles, donde además de utensilios para preparar las alimentos, está el costo de insumos, que como si fuera un taxímetro sube minuto a minuto.
Si usted es un adulto recordará que la vida era diferente antes de empezar la conquista del espacio. Las inundaciones, sequías, tsunamis y terremotos eran menos frecuentes y menos graves.
Mientras el hombre encuentra una solución mejor, le pido a Dios que ilumine a los jóvenes, para que no caigan en ese infierno y si usted es creyente, lo invito a orar por un mundo mejor, más sano.
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