Después de desembarcado, recuperado de los mareos producidos por el bamboleo del mar, una madrugada lo ensilló y lo montó el general José María Córdoba, quien venía victorioso de Ayacucho.
Marchas forzadas, después de horas de correr, al animal le flaquearon las patas.
Derrengado y desjarretado, el antes maravilloso corcel, cayó. Estaba en tierras del Cauca.
Córdoba prosiguió su camino, hacia El Santuario Antioquia.
Enterado del suceso, muy disgustado, Bolívar dijo:
-"Nunca voy a perdonarle a Córdoba, que haya montado en el Palomo, hasta desjarretarlo".
Paulo O. Cuartas C.
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