El rey IADABA acaba de recibir de SESSA un ajedrez que lo ha sacado de la melancolía por la muerte de su hijo.
Agradecido por el invaluable regalo de Lathur Sessa, el príncipe IADAVA le dice:
-"Quiero recompensarte, amigo mío, por este maravilloso regalo que tanto ha servido para el alivio de mis viejas angustias. Dime que es lo que deseas, dentro de lo que yo puedo darte, a fin de demostrar cuan agradecido estoy”.
- "Poderoso señor, replicó Sessa, no deseo mas recompensa que la satisfacción de haber contribuido a que olvide las horas prolongadas de su infinita melancolía. Estoy sobradamente recompensado y cualquier otro premio será excesivo".
-"Me causa asombro tanto desdén a los bienes materiales ¡oh joven! La modestia, cuando es excesiva, es como el viento que apaga la antorcha y ciega al viajero en las tinieblas…Exijo por tanto que escojas sin demora una recompensa digna de tu valioso obsequio. Quieres una bolsa llena de oro? Quieres una arca repleta de joyas? Deseas un palacio? ¡Aguardo tu respuesta y queda la promesa ligada a mi palabra"!
-"Rechazar vuestro ofrecimiento tras lo que acabo de oír, respondió Sessa, sería menos descortesía que desobediencia. Aceptaré pues la recompensa. No deseo, ni oro, ni tierras ni palacios, deseo mi recompensa en granos de trigo".
-"Granos de trigo?, exclamó el rey sin ocultar su sorpresa ante tan insólita petición. ¿Cómo voy a pagarte con tan insignificante moneda?"
-"Nada más sencillo, explico Sessa, me daréis un grano de trigo para la primera casilla del tablero; dos para la segunda; cuatro para la tercera; ocho para la cuarta y así, duplicando el número anterior, hasta la sexagésima cuarta casilla".
C O N T I N U A R A…
Aceptará el Rey este pedido que parece injurioso? Entrará en razón Sessa y lo cambiará por oro? O por joyas?
No deje de leer el final de este apasionante relato.
Paulo O. Cuartas C.
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