Cecilia, una chica Latinoamericana, inteligente y muy bonita, terminó estudios de informática y empezó a trabajar en una multinacional, donde ganaba suficiente para vivir y ahorrar.
Lo primero que compró fue un carro pequeño, luego un apartamento y estaba ahorrando para comprar un carro más grande.
No se la razón, pero Cecilia cambio de planes y un día me llamó para despedirse "Me voy a estudiar inglés a los Estados Unidos", donde vivió la peor pesadilla de su vida.
Después de ocho días estudiando mucho y entendiendo poco, Cecilia se sentía cansada, muy cansada, y decidió darse un baño.
De repente golpes en la puerta del baño y palabras soeces del administrador que a gritos le decía que saliera y le preguntaba "que si no sabía que estaba prohibido gastar tanta agua".
Cecilia rápidamente se vistió y casi no puede llegar a su cuarto, puesto el baño daba a un corredor que se lleno de huéspedes, que al escuchar la gritería, salieron de sus cuartos para ver qué estaba pasando.
Cambiar de pensión no fue fácil, puesto que debía explicar donde se había alojado a su llegada y la razón por la cual quería cambiar de residencia. Cecilia se hizo amiga de Diego, otro huésped de la pensión que estaba buscando un sitio para vivir. Juntos buscaron durante más de una semana y al ver que no conseguían nada bueno, decidieron compartir un apartamento en el centro de la ciudad.
A diario descubrían algo nuevo: ratas, tubos rotos, humedad, y olor a moho. Cecilia, una niña bien educada, de clase media alta, tiro la toalla, y decidió regresar a su país, donde sin un centavo y desilusionada tuvo que empezar de nuevo.
Bien venida y buena suerte Cecilia, fue lo único que pudimos decir sus amigos, que boquiabiertos escuchamos su experiencia.
Lo primero que compró fue un carro pequeño, luego un apartamento y estaba ahorrando para comprar un carro más grande.
No se la razón, pero Cecilia cambio de planes y un día me llamó para despedirse "Me voy a estudiar inglés a los Estados Unidos", donde vivió la peor pesadilla de su vida.
Después de ocho días estudiando mucho y entendiendo poco, Cecilia se sentía cansada, muy cansada, y decidió darse un baño.
De repente golpes en la puerta del baño y palabras soeces del administrador que a gritos le decía que saliera y le preguntaba "que si no sabía que estaba prohibido gastar tanta agua".
Cecilia rápidamente se vistió y casi no puede llegar a su cuarto, puesto el baño daba a un corredor que se lleno de huéspedes, que al escuchar la gritería, salieron de sus cuartos para ver qué estaba pasando.
Cambiar de pensión no fue fácil, puesto que debía explicar donde se había alojado a su llegada y la razón por la cual quería cambiar de residencia. Cecilia se hizo amiga de Diego, otro huésped de la pensión que estaba buscando un sitio para vivir. Juntos buscaron durante más de una semana y al ver que no conseguían nada bueno, decidieron compartir un apartamento en el centro de la ciudad.
A diario descubrían algo nuevo: ratas, tubos rotos, humedad, y olor a moho. Cecilia, una niña bien educada, de clase media alta, tiro la toalla, y decidió regresar a su país, donde sin un centavo y desilusionada tuvo que empezar de nuevo.
Bien venida y buena suerte Cecilia, fue lo único que pudimos decir sus amigos, que boquiabiertos escuchamos su experiencia.
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